quinta-feira, 10 de julho de 2008

La filosofía rosacruz, un arte y una ciencia


Por el Dr. H. Spencer Lewis, F.R.C.

En muchos de los antiguos manuscritos leemos sobre «El Arte de la Rosa Cruz» y en otros leemos sobre «La Práctica de las Ciencias Rosacruces». En ninguna parte leemos de alguna religión, teología o iglesia Rosacruz.

Salta a la vista que a partir de comentarios hechos ocasionalmente en público y en algunos escritos modernos, la gente que no está correctamente informada cree que la doctrina Rosacruz es pura y simplemente una filosofía religiosa. Este es un grave error y es la causa de que estas personas hayan llegado a muchas conclusiones erróneas.

Las personas que creen que las enseñanzas y doctrinas del trabajo Rosacruz son puramente de índole espiritual y tienen que ver esencialmente con ideales religiosos, se sorprenden al saber que los Rosacruces lidian con los problemas prácticos de la vida. Quedan consternadas cuando leen en un anuncio que la Orden ofrece ayudar a hombres y mujeres para resolver sus problemas de la vida y que los miembros en la organización estudian con el propósito de mejorar su situación social, de negocios, financiera o intelectual, más que su situación espiritual exclusivamente.

Muchas de estas personas se hacen críticos e insisten que «en tanto que la organización Rosacruz es una organización espiritual, debe conducirse de acuerdo a lineamientos puramente espirituales». El error de este argumento es la conjetura de que la filosofía Rosacruz es puramente espiritual.

Esta clase de crítica me ha molestado en ocasiones y he pasado días y semanas buscando en los más antiguos manuscritos Rosacruces disponibles, para encontrar cualquier justificación para esta falsa creencia. Me he comunicado con los representantes más antiguos de la Orden que aún están en vida en varias partes del mundo. He buscado afanosamente en los escritos de aquellos miembros que estuvieron activos en la época de su gloriosa realización del pasado ciclo. En ninguna parte he encontrado justificación para esta suposición acerca de que el trabajo Rosacruz es una filosofía religiosa o un culto o movimiento religioso.

Búsqueda de conocimiento

Casi todos los antiguos maestros pasaban mucho tiempo en laboratorios y talleres tratando con las artes y ciencias. Si hacemos un recuento en los antiguos archivos y manuscritos de todas las horas de trabajo dedicadas por los grandes Maestros Rosacruces a la química y a la alquimia, encontraremos tan sólo unas pocas horas libres que eran dedicadas a la especulación filosófica o a la meditación religiosa. Luego, en un periodo anterior, encontramos que la mayor parte del tiempo de los Maestros era dedicado al arte de la medicina, a la astronomía, a la biología e incluso a ciencias tales como la botánica.

Aunque es cierto que muchos eminentes monjes, frailes e incluso sacerdotes Jesuitas estaban relacionados con la organización en alguna época y escribieron mucho sobre el tema de la filosofía Rosacruz, encontramos que estos teólogos y personas espirituales no fueron atraídas hacia la Orden Rosacruz por sus enseñanzas espirituales, sino por sus enseñanzas prácticas. Una persona como Roger Bacon, el eminente fraile y monje, no fue atraído a las enseñanzas Rosacruces por la posibilidad de añadir una jota de conocimiento a la gran sabiduría que poseía respecto a lineamientos espirituales, sino porque le brindaban la oportunidad de ejercitar algunos de sus pasatiempos, los que tenían que ver con la química, física y materias de índole práctico. Encontró pocas posibilidades o no las encontró para aumentar o desarrollarlas como ciencias, en relación a este entrenamiento teológico y religioso.

Desde luego, Jakob Boehme es una notable excepción que confirma la regla y por fortuna para nosotros hubo notorias excepciones. Los hombres excepcionales (y algunas mujeres) estaban tan absortos y versados en los asuntos materiales de la vida para ganarse el sustento, que la meditación espiritual se convirtió en su pasatiempo y esparcimiento. Se interesaron en la filosofía Rosacruz porque tenían la esperanza de que les brindara una oportunidad para aumentar su conocimiento espiritual, que de otra manera no estaba disponible para ellos.

Trabajadores prácticos

Este tipo de personas recibió del Cósmico maravillosas revelaciones e iluminación respecto a las leyes espirituales, que añadieron al almacén Rosacruz de sabiduría. Sin embargo, por el hecho de que estas grandes luminarias de sabiduría espiritual (que apenas se cuentan con los dedos de las dos manos) fueran famosos como Rosacruces, no hay razón para que ignoremos los miles de otras personas que eran trabajadores en las ciencias y artes prácticas y consideraban la filosofía Rosacruz exclusivamente como una escuela de sabiduría espiritual.

Incluso los famosos panfletos de 1610 y 1614 publicados en Alemania y otros países en aquella época y que inquietaron al mundo hacia una comprensión de la existencia de la Orden Rosacruz, no proclamaron sus planes de reforma mundial conforme a lineamientos exclusivamente espirituales. De hecho, desde un punto de vista moderno, estos panfletos proclamaron más una filosofía socialista, que una espiritual o religiosa.

Si consideramos el libro, New Atlantis, escrito por Sir Francis Bacon, encontraremos que este eminente Rosacruz sigue al pie de la letra los panfletos de 1610 y 1614 y promulga un plan para la salvación del mundo o el avance de la civilización conforme a lineamientos socialistas, científicos y humanistas, más que puramente espirituales o religiosos.

Especialización

Los Rosacruces que llegaron a América en 1694, de acuerdo con el plan delineado por Bacon en su New Atlantis, no vinieron a espiritualizar América, sino a traer muchas ciencias y artes prácticas al nuevo país. Al seleccionar muy cuidadosamente el limitado número de personas especializadas para constituir la peregrinación a América, no se limitaron exclusivamente a teólogos, aunque se unieron al grupo dos o tres de los teólogos más eminentes, reformados y modernistas que se encontraron en Europa.

Sin embargo se preocuparon de incluir hombres que eran científicos y trabajadores prácticos en cada una de las ocupaciones de la época. Se ocuparon de que hubiera un hombre que construyera órganos, un hombre que instituyera un jardín botánico, un hombre que fuera experto en química, otro hombre que fuera experto en física, otro en música y así sucesivamente, en la gama completa de eminencias de las ciencias muy prácticas.

Su primer gran trabajo en América fue establecer varios comercios e industrias y enseñar y mostrar a los habitantes del Nuevo Mundo la forma de comenzar sus carreras de trabajo práctico. La filosofía religiosa era sólo el dos por ciento de la gran labor realizada por ellos mientras que la moral y la ética representaban aproximadamente el veinticinco por ciento de su labor; el resto correspondía al trabajo práctico de vivir una vida útil en el Nuevo Mundo.

En la historia tradicional de la organización leemos, en cada ocasión de la apertura de la «tumba» de «C.R-C», que se encontraron instrucciones para la operación de la Orden en su nuevo ciclo y que estas instrucciones tienen que ver más bien con la realización de cosas prácticas, que con cualquier servicio puramente devoto de una naturaleza religiosa.

La Orden Rosacruz tampoco pretendió nunca estar circunscrita por normas sociales o culturales. Sus puertas estuvieron abiertas para todos, y si leemos la historia de la Orden, encontramos que todos, a pesar de su posición social, financiera o ética en la vida, pudieron atravesar esas puertas y convertirse en asociados bienvenidos. ¿Cómo podría ser de otra manera? En tanto que las enseñanzas mismas de la Orden reconocen una sola alma universal existente en todos los seres y reconocen sólo al alma-personalidad como la parte real de cada persona, no podría haber ninguna distinción o diferencia importante basada en lineamientos meramente materiales.

Fraternidad igualitaria

Como se mencionó anteriormente, los primeros panfletos impresos para distribución pública por la organización proclamaban que sus ideales estaban a favor de una reforma mundial de todas las personas pensantes. No se intentó limitar la propaganda para atraer a aquellos de alguna categoría mundana superior. Ciertamente, no hubo Neófito más humilde que cruzara alguna vez el umbral de la organización que Jakob Boehme, el pobre y plebeyo zapatero remendón. Sin embargo, es idealizado en la literatura Rosacruz y hoy en día en nuestros corazones. Actualmente hay algunos fuera de la Orden y posiblemente dentro de ella, que probablemente levantarán sus manos en señal de protesta contra la admisión a la Orden Rosacruz hoy en día, de tales personajes como Jakob Boehme.

Es verdad que hablamos mucho de leyes espirituales que estudiamos en las enseñanzas Rosacruces. Sin embargo, cuando las analizamos, encontramos que desde el punto de vista Rosacruz toda ley natural es una ley divina puesto que Dios la creó. Consideramos la ruptura de la semilla en el suelo y el proceso de reproducirse como típico de la ley divina. Sin embargo el estudio de la botánica corresponde a las ciencias y no a la religión. Sólo porque tratemos sobre el alma y sus encarnaciones y analicemos el proceso y encontremos duplicados de estas leyes en otras partes de la naturaleza, no significa que estudiemos una ciencia espiritual o una doctrina religiosa, sino leyes naturales divinas.

Cuando los Rosacruces adoran a Dios, rezan ante El y comulgan con El, no lo hacen en un sentido religioso, sino en el sentido de la apreciación natural de su asociación íntima con la dirección y el control universal de Dios sobre todas las leyes del universo.

Métodos y actitudes

Se ha hecho cierta crítica respecto a las cuotas en relación con el trabajo Rosacruz y las personas que expresan estas críticas proclaman contundentemente que «las verdades espirituales no deberían ser vendidas o que no debería pagarse por ellas y que una enseñanza religiosa debería darse libremente». Esa idea es completamente errónea y se basa en la suposición de que la doctrina Rosacruz es una escuela religiosa o espiritual de filosofía religiosa. La institución Rosacruz es una universidad práctica que enseña ciencias y artes prácticas. Tiene que ver con el bienestar material en la vida de manera más íntima y completa que con cualquier fase de filosofía religiosa.

Además, las cuotas no se pagan por las enseñanzas, sino por los muchos otros beneficios de membresía; las enseñanzas se dan de manera completamente independiente de cualquier cuota o derecho. Pero incluso si las enseñanzas fueran puestas sobre la base de una cuota por instrucción, no sería un asunto criticable, puesto que la Orden no se proclama como una escuela o seminario de enseñanza religiosa o espiritual y nunca ha intentado serlo.

Nunca Jesús o alguno de los grandes Maestros antes o después de él, manifestaron alguna de las modernas actitudes de discriminación sobre los lineamientos sociales o materiales. Para estos Maestros el último de nuestros hermanos era igual a todos nosotros en cuanto a la necesidad y el mérito de recibir la ayuda práctica que una organización como la Orden Rosacruz puede dar.

La parábola de los noventa y nueve es muy antigua y constituye uno de los principios fundamentales de la Orden Rosacruz. Aquel o aquella que es tan débil, tan humilde, que está tan abajo en la escala de reconocimiento mundano para ser digno de lástima o crítica, es alguien que verdaderamente es merecedor de toda la ayuda que nuestra organización puede dar; es por eso que nos enorgullece el hecho de que no sólo en el presente ciclo, sino en ciclos anteriores, el trabajo de la Orden se extiende a asilos, instituciones, prisiones y lugares en donde se encuentran los pecadores e iletrados.

Otra crítica hecha por aquellos que no entienden los principios reales de la organización, es que actualmente el país está siendo inundado con demasiada literatura, demasiada propaganda, demasiadas conversaciones sobre uno mismo y sus planes y ambiciones. Estas personas olvidan que desde que se hizo práctico el arte de la impresión, la Orden Rosacruz fue la primera en usar la imprenta en un sentido nacional, pues los panfletos precedentes de 1610 y 1614 fueron traducidos a muchos idiomas y la transmisión diseminada, como semillero, se extendió sobre el continente europeo entero. A estos se sumaron otros panfletos de explicación y apoyo.

Durante quince o veinte años toda Europa leyó y escuchó más acerca de la organización Rosacruz de lo que nunca había leído o escuchado sobre cualquier otro movimiento mundial en toda la historia de la civilización. Estos panfletos fueron dirigidos a todas las personas en el mundo, sin importar clase o posición. Los panfletos anunciaban «una reforma mundial» y sin duda constituyeron el sistema de propaganda individual más grande nunca antes instituido por la humanidad. ¿No es ese un precedente por el cual podemos valorar nuestras actividades presentes?

No hubo intentos de ocultar al público la existencia de la Orden o la naturaleza de sus actividades, esperanzas y ambiciones. Se hizo todo para hacer que se hablara de la organización: a la hora de la taza de café por la mañana y en las horas del ocaso al lado de la chimenea. El hecho es que el cumplimiento de los deseos de la organización Rosacruz, sólo puede aumentar mediante la publicidad mundial y la captación del interés, si no de la participación activa, de naciones enteras de gente.

Aquellos que piensan que nuestra propaganda actual (es decir la distribución de toneladas de literatura semanalmente a cada lugar de Norteamérica) es una asombrosa violación de las supuestas reglas de conservadurismo, aprenderán que no es nada comparada con la propaganda que se hará antes de que transcurran otros veinticinco años. Para ese entonces, incluso las iglesias más conservadoras efectuarán formas similares de propaganda y habremos entrado a una era de discusión nacional de las organizaciones existentes, con el entendimiento de que sólo una comprensión nacional de las actividades de cualquier grupo, dará origen a las posibilidades de sus planes fundamentales.

Los verdaderos Rosacruces nunca se preocupan acerca de lo que un individuo ha sido o puede ser en el momento en que hace su solicitud para ser miembro, en las puertas de la fraternidad. Lo que primariamente ha de considerarse es su mérito para entrar debido a su sincero deseo para mejorar. Si la sinceridad y la honestidad de propósito, marcan el motivo que da lugar a su solicitud, ese individuo es verdaderamente valioso, a pesar de su posición social o financiera en la vida. Lo que es importante que consideremos es lo que el individuo llega a ser después de estar en la Orden durante cierto periodo de tiempo. Si el individuo alcanza iluminación, es reformado, redimido, regenerado, vuelto a nacer y vuelve a establecerse en la armoniosa relación divina con el Cósmico, en la cual nació, entonces la organización puede considerar que ha hecho una labor noble.

Muchos de aquellos que critican la admisión de los pobres y los humildes a la Orden Rosacruz, están dentro de ella sólo debido a la perspectiva tolerante y de amplio criterio que la Orden tiene acerca de las diferencias mundanas, y si la organización realmente fuera tan conservadora y restrictiva en cuanto a sus miembros, como algunos de estos críticos insisten que debería ser, ellos mismos no estarían en la misma para buscar qué tipo de miembros tiene, pues probablemente ellos serían los primeros en ser rechazados cuando su solicitud llegara al Consejo. Sin embargo todavía esperamos cambiar sus puntos de vista y provocar un ensanchamiento de su consciencia, hasta que desarrollen el verdadero espíritu universal Rosacruz de amor para todos los seres humanos bajo la Paternidad de Dios.


El énfasis excesivo de las verdades espirituales es meramente una tendencia hacia el culto religioso y no encuentra respuesta en el corazón de la Orden Rosacruz en cualquier país.


* * *

domingo, 4 de maio de 2008

EL CAMINO DEL CIELO QUIMICO

Por: Jacques Tol
Nuevamente traducido al frances
Muchas personas me acusarán de temeridad y de presunción cuando vean que me atrevo a intentar instruir a tan grandes sabios dentro del arte quimico, enseñandoles cosas que han ignorado hasta el presente, o haciendoles notar aquellas que han entendido mal, precisamente yo, que estoy tan alejado del perfecto conocimiento de este arte. Pero poco me importa el juicio que se haga de mi mientras pueda yo ser útil al común. Si los sabios encuentran aqui alguna cosa que no sea de su agrado, la sinceridad con que la escribo debiera servirme no tanto para atraer su indignación como para servirme de excusa ante ellos.
Y, ciertamente, tanto si el error me ha cegado como a otros tantos como si un trabajo mas certero me ha conducido a la verdad, lo que siempre será seguro es que muchos serán los que en el futuro se retirarán dejando atrás dispendios inútiles por trabajos infructuosos y la pérdida del tiempo que les debe ser tan precioso y querido.El método que me he propuesto para realizar una Obra tan excelente y bella, es totalmente distinto del que los demás han seguido. En un camino tan resbaladizo, que llevó a tantos hasta el precipicio, tengo por guía al sabio Paracelso y al famoso Basilio Valentin, mil veces más docto e instruido que aquél.

Ya había resuelto disponer los vasos; había empezado la preparación del Mercurio, según la doctrina de Filaleteo, mediante múltiples lociones y trituraciones; había ya disuelto y purgado los metales con vinagres y aguas fuertes, cuando por una fortuna inesperada cayó en mis manos un libro intitulado: El gabinete hermético. Leí este libro con una avidez extraordinaria sin entender nada de él, pero tras comprender que Paracelso jamás consideró las cosas que otros habían confiado a su buena fe*, empecé a examinar con más exactitud la naturaleza de los metales, y a compararla con las experiencias que otros ya habían realizado. Tras lo cual, y ya con el espíritu más despejado, me dí cuenta de que nadie había decidido tomar una vía totalmente distinta, siguiendo la que este adepto había inutilmente recomendado a nuestro Paracelso. Dejando, pues, a un lado, todos los sentimientos adversos, me propuse esta regla certera con la cual logré alcanzar felizmente el fin de mi carrera.
Que la Piedra de los Filósofos debe ser hecha en tres o cuatro días.Que los dispendios no pueden exceder la suma de tres o cuatro florines.Y que un solo crisol o vaso de tierra es suficiente.Y estimo que deben ser rechazadas todas aquellas proposiciones que no concuerden con estos tres aforismos. Provisto de una gran suerte, Basilio Valentín me ha sido de gran ayuda, pues tras representar un crisol en sus primeras claves, ordena que se debe continuar por esa vía y dejar a un lado todos los demás vasos, el fuego de lámpara, el estiercol de caballo, de ceniza, de arena y de llamas, y aplicar su espíritu a los más profundos secretos del arte.Después de algunas ligeras pruebas, me sentía más lúcido que nunca, y comencé a observar más cosas de las que había esperado: Sí, gracias a un trabajo y a una aplicación de espíritu extraordinarios, he visto cosas que, a mi parecer, jamás nadie ha visto, ni siquiera durmiendo y en sus sueños. Algunas de ellas las he explicado en mi tratado intitulado: Los acontecimientos imprevistos y fortuitos, las cuales repetiré aquí suscintamente, añadiendo además otras muchas, con el fin de dar algunas luces a los curiosos.

He dicho que esta es una obra de tres o cuatro días, pero para hablar con más exactitud debo decir que hay una obra que dura tan sólo tres horas, pues la obra es doble y dividida en dos, como sucede también con aquello que han llamado la Piedra de los Filósofos. Y, en efecto, es un gran error y muy frecuente entre los químicos, decir que la Piedra filosofal no es tal sino cuando ha alcanzado la absoluta perfección, es decir, cuando a partir del fermento de la Luna o del Sol, es preparada por la multiplicación. Pues existe otra (Piedra) que es imperfecta y que Basilio llama Todo en Todo, y de la cual nos ofrece el método en sus diez primeras claves, en la undécima nos da el método para aumentarla y en la duodécima su entera multiplicación. Yo la llamo imperfecta por su comparación con la otra, que es perfectísima, pero, no obstante, es perfecta en sí y de naturaleza perfecta, cosa que pobaré fácilmente por la autoridad de Bernardo el Trevisano y la de otros adeptos que han escrito sobre ella.

Esta primera obra es, pues, llamada la obra de las tres horas, y también de los tres días, pero de tres días filosóficos, como indicaré a continuación.La segunda obra llega a su término en el espacio de tres o cuatro días naturales; y este inmenso tesoro que es buscado por los hombres avaros con tanto trabajo y dispendio, puede ser adquirido en este poco tiempo, sea al blanco o sea al rojo, pues la diferencia del fermento, o si lo prefieren, la adición del azufre del oro o de la plata en nuestra primera piedra, acaba y perfecciona la segunda.Para el que observa el tiempo, lo dicho por Paracelso es muy verdadero. Los filósofos, dice, se entienden bien cuando hablan de los tiempos. Todo el mundo se encuentra en este punto extremamente confuso y rodeado de tinieblas. Hagamos un esfuerzo para disiparlas y para descubrir cosas que parecen estar hundidas en abismos impenetrables.

El año de los filósofos no es sino el ciclo solar realizado por el sol filosófico cuando por el zodíaco recorre la tierra.EL mes filosófico es el de la luna.La semana el de los siete planetas.Y el día, el de la luz y las tinieblas.El mundo es la misma materia.El zodíaco que contiene los doce signos celestes, representa los doce trabajos del Hércules filosófico, que ya mostré en mi tratado de los acontecimientos imprevistos, estre* el sol; es decir, el ácido, cuyo curso da término al año filosófico mientras la materia se encuenra en fusión en el interior del vaso.La Luna es el álcali, cuyo curso penetra toda la materia fundida, y uniéndose con su hermano el so, da término al mes sinódico.La semana nos es explicada por Basilio Valentín en sus seis primeras claves, con la salvedad de que no nos habla del Mercurio que Filaleteo nos muestra como su gobernante, siendo la semana regida por su autoridad*.

La primera clave nos designa a Saturno, al agua y a la tierra; la segunda a Júpiter, al aire y al fuego; la tercera a Marte; la cuarta a la luna; la quinta a Venus; la sexta al sol perfectísimo, y a la unión íntima de los cuatro elementos. Nuestro Rey, nos dice, en su primera clave pasa por seis mansiones diferentes, y yo descanso en la séptima. Así pues, cuando la materia ha fundido lentamente en el vaso por la fuerza de su espíritu, entonces se purga por completo; por ello se convierte en su propio vinagre, del mismo modo que los metales tienen por costumbre formarse en el interior de las minas, pues antes el espíritu mercurial se coagula, se encierra* y se endurece en saturno. Por ello dice nuestro autor en algunas partes: Sólo el saturno fija el mercurio.
Cuando el saturno ha sido purgado por otra circulación, se convierte en júpiter, de él se hace marte, a continuación la luna, después Venus y, finalmente, el sol, es decir, la obra perfecta. Según este mismo ciclo se deja ver el día de los filósofos, pues lo que está escrito acerca de la creación del gran mundo, a saber, que las tinieblas estaban sobre la tierra, y que se encuentra extensamente explicado en mi tratado, del que ya hablé más arriba, así como aquel pasaje en el que está dicho: la luz fue hecha en el primer día, exigen que su verdad sea observada mediante alguna experiencia*.

Triturad el antimonio en un mortero filosófico y cribadlo, es decir, fundid el antimonio en un crisol, removiendo y golpeando el crisol*, hasta que el régulo* se deposite en el fondo; y si trabajáis según conviene, vuestro régulo se verá estrellado desde la primera fusión, obteniendo de este modo la luz después de las tinieblas y una luz celeste, y esto si por medio del pequeño comentario que os ofrezco a continuación y que os abrirá el cielo químico, sois capaces de comprender lo que es el cielo, pues este cielo extendido colorea los campos de púrpura y se reconocen en él los astros y el sol.Pero esto cuando aún falta para la llegada del mediodía, apenas el día comience a asomar, pues nuestro Hércules espera que las tinieblas, en las que él se encuentra como amortajado*, sean disipadas, para regocijarse entonces de la fulgurante luz del mediodía. Por ello los poetas le han llamado su caos, pues es en el antimonio en donode todas las cosas se encuentran primeramente confusas, se separan y se dividen por la sola fusión, de modo tal que podríais creer con facilidad que Ovidio hubiera tomado de esto el sujeto de sus Metamorfosis.

También se ve muy claramente que no es posible usar un vaso de cristal para la preparación de la materia, sino que se debe utilizar un crisol o un vaso de tierra que resisten el fuego; y el fuego debe ser constante*, no como el de lámpara, sino como el que se encuentra unido al mercurio, el cual se perfecciona y alcanza su término por un movimiento constante y continuado; en cuanto a los otros fuegos, conviene interpretarlos de un modo distinto al que acostumbra el vulgo.Así se debe empezar por comprender qué es la circulación, la sublimación, la trituración, la digestión, y todas las demás operaciones químicas, en qué medida son distintas de las vulgares y con qué facilidad y en qué poco tiempo pueden ser ejecutadas. De este modo podrá entenderse el sentido del enigma de Hermes cuando pide que las cosas superiores sean como las inferiores, y las inferiores como las superiores; también podrá comprenderse qué es lo que el viento lleva en su vientre y qué significa que el sol es su padre y la luna su madre*. Y ya no volveréis a ignorar cuál es esta agua seca que no moja las manos.

Y, en fin, vosotros, seáis quienes seáis, los que aún dudáis de lo que os digo, fundid solamente el antimonio y aplicaos a ver exactamente lo que acontece; y veréis en él todas estas cosas, veréis en él las palomas de Filaleteo, oiréis el canto de los cisnes de Basilio y este mar de los filósofos del que he hablado extensamente en mi tratado de los acontecimientos fortuitos e imprevistos.Es conveniente que os hable ahora de los dispendios necesarios. Yo, que prefiero el conocimiento de la piedra filosofal, sin espíritu de sacar provecho alguno de ella, a esta misma piedra tingente hasta el infinito*, no pretendo sufrir los reproches secretos de aquellos que me acusarán de aprovecahrme de los trabajos de otros. Y porque ha sido la divina bondad la que me ha formado, me siento dichoso por los escasos bienes de los que dispongo, y percibo aún una dicha mayor y mucho más perfecta* cuando en la entera sinceridad de mi confianza* muestro a los demás como con los dedos*, el camino de enriquecerse.

Haced fundir, como ya os dije antes, el antimonio hasta obtener un régulo* estrellado, sin mezclar en él marte, pues nuestro rey entra solo y sin satélites en la Fuente; entonces tendréis todas las cosas: ya lo he dicho muchas veces, lo tendréis todo y nada.Para mostraros que marte no debe entrar en la composición del régulo*, he aquí una experiencia que os convencerá de ello. Fundid régulo* de antimonio y de marte, y agregad la mitad de su peso de luna; y cuando todas estas cosas estén bien fundidas, vertedlo todo en agua fuerte, entonces veréis un polvo negro que precipitará en el fondo, como la que Becker encontró en su mina arenosa. Y este polvo, sea cual sea la industria que tengáis entre manos*, y sea cual sea el artificio del que os sirváis, no puede fundirse en oro, porque se trata de marte totalmente puro.

Así pues, aquellos que creen que en la composición del régulo* no interviene más que el espíritu sulfuroso de marte, tropiezan groseramente. Yo he hecho la prueba con oro muy puro: he introducido veinte gramos de oro en una copela; una vez fundidos he agregado poco a poco régulo* de marte, y de todo ello he obtenido treinta gramos de oro, y de este modo mi oro ha sido aumentado en una tercera parte* tras haber resistido la prueba del fuego. Pero he visto que mi oro era frágil a causa de las partes de marte que le fueron unidas; y por un método secreto separé mi oro purísimo obteniéndolo en el mismo peso que al principio.Pero volviendo al dispendio necesario, ¿acaso es un desembolso excesivo el que supone tomar una libra de antimonio, media libra de tártaro y de sal nitro y hacer fundir todo esto en un crisol y, una vez purgado hasta la aparición de la estrella, añadir una parte de oro o de plata?*

Y si alguno cree que permanece en el error porque no le he mostrado lo poco que falta para lograr la piedra filosofal, y sin lo cual, a decir verdad, todo lo que he dicho es inútil, que piense que jamás se enseñan todas las cosas a la vez y en un mismo tiempo; vendrá un día en el que descubriré el misterio entero, y haré ver que no hay más vía verdadera que la nuestra, ni que se realice con más premura ni con menos coste. Y para dar alguna satisfacción a las prisas que se puedan tener, añadiré una experiencia que facilitará el medio de llevar su espíritu hasta la búsqueda más profunda de este arte.
Haced un régulo* de marte y de oro o plata; tomad una parte del uno y del otro, y poned la de oro sobre una pieza de plata, y la de plata sobre una pieza de cobre; enrojeced estas piezas sobre una teja: el antimonio se exhalará; al instante veréis que vuestra pieza de plata se encuentra teñida y penetrada por un intenso color rojo, y la de cobre teñida y penetrada de color de plata. Y si colocáis sobre una teja una pieza de plata, sobre la que se encuentra el régulo* de oro, colocando un poco por encima otra pieza de plata de manera que cubra a la otra sin tocarla y cuidando que no caiga ceniza sobre ella, la pieza de plata que se encuentra más arriba adquirirá el color del oro por medio del régulo* solar que, en su fusión, se lleva el oro y lo volatiliza. Por este medio se puede obtener un oro potable más* perfecto que el vulgar: esto es lo que puede ser llamado el verdadero oro de los filósofos.

He mostrado a mis amigos dos de estas piezas de plata y de cobre, bellísimas y perfectísimas, y cuando fui a Italia, al pasar por Berlín, las ofrecí como presente al Serenísimo Elector Federico Guillermo, mi soberano Señor, quien mostraba gran curiosidad por las cosas raras*.Sigo adelante* para decir una cosa no menos notable. Fundí plomo al que añadí una parte de régulo* solar, y vi, no sin admiración, que ese plomo no se reducía en escoria, aunque permaneciese mucho tiempo en el fuego; al contrario, apareció como purgado de sus impurezas y, en cierto modo, cambiado o transmutado.

Este régulo*, bien preparado, contiene, pues, el verdadero oro potable de los filósofos, el cual es ávidamente bebido*, no por hombres como nosotros, sino por el hombre químico, y por los animales; y su mercurio, íntimamente unido al oro y a la plata, dona la amalgama filosófica.Aún puede observarse otro misterio en la preparación, es la manteca* de antimonio filosófico. La comparación que hace Basilio Valentín en su Carro Triunfal del Antimonio, puede ser con justicia recordada aquí*: dice que la piedra de los filósofos se hace de la misma manera en la que nuestros aldeanos hacen manteca y queso a partir de la leche. Nuestra vaca es el antimonio, cuya leche, que es el régulo*, una vez agitado, da lugar a la manteca, que no es otra cosa que el azufre rojo; y este azufre es una verdadera manteca de antimonio. Por lo que hace al resto, cualquiera puede explicarlo con facilidad.

Pero alguno podría decirme que Basilio Valentín quiere que se tome el vitriolo para hacer la piedra, y no el antimonio. Pero pensad (como pide él mismo) ¿Qué cosa es el vitriolo sino un azufre?, y el antimonio, ¿qué cosa es sino el mercurio?* En la actualidad* se concibe con acierto lo que es el antimonio y el vitriolo de los filósofos, y es éste uno de los secretos más importantes, hasta tal punto que si lo ignoráis, todo vuestro trabajo será inútil. Aún hay otras muchas cosas, pero la entrada es difícil: yo os ayudaré en la medida que me sea posible, y como hizo el sol en la fábula, advertiremos a nuestro Faetón de temer y temblar siempre hasta el final de su carrera, con el fin de gozar un día de los frutos de las Hespérides.
Comenzaré por el principio*.El antimonio purísimo es la primera materia, tan ardientemente deseada y buscada con tanto cuidado por tantas gentes; es decir, que en el antimonio hay cierta humedad aérea, maravillosamente mezclada de calor, del cual ya hablé la principio y muchas veces en algunos pasajes de mio Acontecimientos imprevistos. Esta materia está dispuesta y gobernada por los rayos del sol y de la luna de los filósofos en su mar, y es conjuntada con el calor seco de su tierra.
He aquí lo que produce nuestra materia segunda, nuestro hombre químico, del cual he prometido que explicaría sus enfermedades, así como la devolución de su perfecta salud a través de los remedios que Basilio Valentin me ha indicado en su Carro Triunfal del Antimonio, si Dios me concede ocio suficiente*.Tenéis ante vosotros el huevo que contiene y encierra el blanco y el amarillo, del que un día debe nacer* un pequeño gallo que mediante su agradable canto despertará por la mañana a los verdaderos amantes de la química.

Creo que son muy pocos los que no han notado que entre los jeroglíficos de los dioses de la antigüedad, el gallo está particularmente consagrado a mercurio. Albricus, en su pequeño Tratado de las Imágenes de los Dioses, dice estas pocas palabras al hablar de Mercurio: Había frente a él un gallo que le estaba especialmente dedicado. El gallo es, pues, el signo y la señal del mercurio, mercurio que los químicos vulgares tienen frecuentemente en su boca pero rara vez entre sus manos, y jamás en la mediación de su espíritu; y sin embargo el mercurio es su Todo: pero mientras busquen ese Todo en el mercurio vulgar, jamás encontrarán nada.
El verdadero y simple mercurio de los filósofos es, pues, aquel del cual he dicho antes que es húmedo, aéreo, cálido, espíritu volátil, el hermafrodita Ovidio, el ácido y el álcali volátil, el mercurio doble unido al azufre y a la sal filosófica, o al ácido y al álcali fijo: aquello que se forma cuando se unen ambos en régulo* siendo rechazadas las heces y las inmundicias. Pero aún no es puro; es necesario que el rey entre en su baño filosófico y se lave; que muera en él; que se vivifique en él; y que una vez revestido de su manto de púrpura, se siente sobre su trono.

Acudid, pues, prestos aquí, vosotros, químicos mercuriales que atormentáis incesantemente mis oídos con vuestras fijaciones y coagulaciones del mercurio vulgar; aprended de esto que os he dicho lo que es el mercurio filosófico, su fijación, su coagulación, su precipitación, su sublimación y su revificación, pero aprended antes qué es lo que los filósofos entienden por morir.Sin duda habéis visto alguna vez muertos o moribundos; ¿acaso no habéis observado que una vez extinguido el espíritu cálido volátil que tiene por costumbre* penetrar todos los miembros del cuerpo y vivificarlos, la sangre se aglutina y se coagula en el cadáver? Del mismo modo, la muerte, según los filósofos, no es sino la coagulación y fijación de la materia volátil.

Y pues, ¿acaso el régulo* no es volátil? Fijadlo y estará muerto. Pero ¿está un cadáver en estado de entrada en una nueva habitación? ¿Acaso no permanece en su sepulcro en paz y en reposo eternos, según he leído muchas veces en las inscripciones de los viejos? ¿Acaso no permanecen en la tumba hasta el momento de ser resucitados por una potencia divina*? Del mismo modo, nada fijo entra en los otros cuerpos metálicos.
Devolved la vida a este cuerpo: es decir, desde el fijo en el que se ha convertido, convertidlo de nuevo en volátil, entonces entrará con facilidad*. Hay, al decir del poeta, un calor y un espíritu vital en el cuerpo que nos abandona con la muerte.
En fin, ¿de qué color son los cuerpos muertos? Según los poetas la muerte es violeta, o más bien negra; y la vida, ¿acaso no es de una blancura como la de la luz? Entonces sabéis que quieren significar los filósofos con ennegrecer y blanquear. ¿Y es que alguien ignora aún lo que es el ornato blanco de los ángeles?, incluso los niños con apenas uso de razón los reconocen al verlos pintados con sus alas. Y si tienen alas, sus espíritus son, pues, volátiles.

Vosotros, los que buscáis con una aplicación extrema vuestros diversos colores en vuestros vasos, venga, alejaos*. Vosotros, los que atormentáis mis oídos con vuestro cuervo negro, estáis tan locos como aquel hombre de la antigüedad que acostumbraba a aplaudir en el teatro, aunque estuviese solo, porque siempre se imaginaba que tenía ante sus ojos algún nuevo espectáculo. Lo mismo hacéis vosotros cuando, vertiendo lágrimas de dicha, imagináis que véis en vuestro vaso a vuestra blanca paloma, a vuestra águila amarilla y a vuestro faisán rojo, venga, alejaos de mí si buscáis la piedra filosofal en una cosa fija, pues ella no penetrará los cuerpos metálicos más de lo que penetraría el cuerpo de un hombre del mundo unas sólidas murallas.

Leemos en la Santa Escritura que el ángel abrió las puertas de la prisión al querer extaer la piedra santa*, pero no le fue necesario abrirlas para entrar en ella. Leemos también que Jesucristo entró en la asamblea de los apóstoles estando las puertas cerradas, pero esto fue después de su gloriosa resurrección. Comprended, pues, a través de estos ejemplos aquello de lo que el razonamiento no ha podido hasta el presente persuadiros. ¿Queréis aún alguna cosa más? ¿Por qué, os pregunto*, envolvéis vuestro polvo en la cera cuando queréis hacer una proyección? ¿Por qué calentáis vuestro mercurio o fundís vuestro plomo antes de añadir vuestro polvo? ¿Por qué sometéis a un buen fuego de supresión* a vuestro crisol mientras el fuego es dulcísimo* en la parte inferior? ¿Por qué, en fin, continuais manteniendo con un fuelle un fuego fuerte durante media hora, si no es afin que vuestra materia volátil penetre prontamente el mercurio o el saturno, y no se evapora antes de la transmutación?

He aquí lo que tengo que deciros acerca de los colores, a fin de que en el futuro abandonéis vuestros trabajos inútiles, y a lo que añadiré una palabra referente al olor.La tierra es negra, el agua es blanca, el aire, cuanto más cercano está al sol, más se amarillea, el eter es rojo por completo. Del mismo modo la muerte, como ya ha sido dicho, es negra, la vida está llena de luz; cuanto más pura es la luz, más próxima se encuentra de la naturaleza angélica, y los ángeles de puros espíritus de fuego*.

¿Acaso el olor de un cadáver no es enojosa y desagradable al olfato? Así el olor hediondo en casa del filósofo denota la fijación; por el contrario, el olor agradable señala la volatilidad, porque se aproxima a la vida y al calor. Plutarco recuerda en cierto lugar que el olor desprendido por los hábitos de Alejandro el Grande después de realizar algún ejercicio violento, era muy agradable. Así, cuanto más puro y cálido es el aire de un país, más odoríferas son las hierbas que crecen en él. La Arabia feliz nos proporciona certeras pruebas de ello: el arte imita hasta tal punto la naturaleza, que los excrementos más hediondos del cuerpo humano adquieren un agradabilísimo perfume por una simple digestión y con la ayuda de un fuego proporcionado ¿qué es sino la algalia?. En consecuencia, tenemos necesidad del socorro del fuego.
Basilio y los demas adeptos tienen muchos tipos de fuego: hay un fuego celeste y hay un fuego terrestre, aquel es el del espíritu volátil, este el del cuerpo fijo; uno es el del Sol superior, el otro es del sol inferior, como afirma Sendivogius y como dice Cicerón, de este género es aquel que se encuentra contenido en el cuerpo de los animales y que es llamado fuego vital y salutífero, que conserva todas las cosas, las nutre, las aumenta, las sostiene y las capacita para el sentimiento: pero lo que admiraréis, sin duda, es que hay un fuego frio del mismo modo que hay un fuego caliente; ese fuego frio es mercurial, volátil y femenino.
El fuego cálido es sulfuroso, fijo y macho. Y además de eso, todavía hay otros fuegos, que son los que estan ocultos en la materia, que los quimicos vulgares creen que son externos y en eso se engañan. Basilio discurre a este respecto muy largamente. Tambien hay fuegos externos, entre los que podemos contar el fuego del juicio final, es decir, el fuego de prueba que se opera por medio de Saturno en la copela, por eso Basilio lo llama Juez Soberano, de igual manera que en el cielo es el planeta mas alejado y mas elevado por encima de nuestras cabezas.

Todavía hay el fuego de Etna, o infernal, del que os hablaré en otra parte, por temor de fatigaros con una lectura demasiado extensa, y para refrescaros un poco os voy a ofrecer vinagre, pero del vinagre destilado muy agrio, con el que podréis (cuando os parezca bien) preparar la tintura de coral, es decir, el acido o el azufre fijo, o bien os prepararéis perlas, es decir, el alcali, y beberéis para fortaleceros del vino o espíritu de vino antimonial: si a todo esto preferís la medicina universal, podréis tomarla con el bálsamo filosofico, no hay ningun otro licor alkaest que pueda disolver todas las cosas sin perdida ni disminución de sus fuerzas: es el Alkaest de Paracelso, totalmente espiritual, agua celeste, y nuestra agua fuerte, etc.
Hacia el fin del otoño beberemos el nectar y la ambrosía contenidos en el cielo quimico, pero filosoficamente y del que apenas se han ofrecido los primeros fundamentos. Seas quien seas quien leas esto, deseo que te sea provechoso y te digo adios.Amsterdam, el día que sigue a las Calendas de setiembre del año 1688
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terça-feira, 25 de março de 2008

Rectificando ideas equivocadas

Rectificando ideas equivocadas
Por el Dr. H. Spencer Lewis, F.R.C.


Muchos de quienes han estudiado las cien­cias llamadas materiales y sienten un gran respeto por ellas, tal vez piensen algunas veces que la obra Rosacruz es, por naturale­za, antagónica hacia todas las ciencias y las artes materiales. Las conjeturas de estas personas son erróneas y ya hemos señalado en varías ocasiones que sus opiniones no tienen una base sólida.


Sólo por el hecho de que las enseñanzas Rosacruces empiezan donde la ciencia ter­mina, y prestan más consideración a ciertos principios que los científicos materialistas ignoran o que sólo tratan superficialmente, no hay razón para suponer que los Rosacru­ces hagan caso omiso de las ciencias mate­riales y menosprecien el trabajo experimen­tal en ese campo.

Por supuesto, es muy comprensible para nosotros que los científicos y los estudian­tes de ciencias que no están familiarizados con las enseñanzas Rosacruces, supongan que la organización es igual a muchos de los movi­mientos llamados ocultos que basan sus filosofías y doctrinas hechas por el hombre, en la premisa de que las ciencias materiales son erróneas y deben ser anuladas como algo preliminar para desarrollar una nueva filosofía o una nueva ciencia. En realidad, algunos de esos movimientos empiezan sus filosofías con la declaración de que no existe la materia, ni el cuerpo físico ni ninguna verdad.

Esos movimientos no llegan a alcanzar nunca un verdadero beneficio para el hombre, ni logran atraer y mantener la atención de los pensadores inteligentes. La Orden Rosacruz no está relacionada con ese tipo de movimientos, porque ella basa sus enseñanzas en todas las verdades reveladas y manifestadas, cubrien­do también los hechos de las ciencias materialistas y los de la ciencia espiritual.


Quizás se nos pueda disculpar por traer a colación el hecho de que muchos reconocidos científicos materialistas fueron Rosacruces. Lograron muchos de sus descubrimientos gracias a los estudios y experimentos Rosacruces. Podríamos decir sin temor a equivocarnos, que por lo menos el cincuenta por ciento de las importantes revelaciones y asombrosos descubrimientos relacionados con las ciencias mate­riales, fueron realizados por eminentes y dedicados científicos Rosacruces.


Sin embargo, es cierto que los Rosacruces han discrepado algunas veces con los científicos materia­listas en muchos puntos de vista. Esto no significa necesariamente que los Rosacruces propendan a rechazar los hechos establecidos por la ciencia, ni que nieguen los beneficios que se derivan de su completo conocimiento. Siempre ha existido (y probablemente siempre existirá) una rivalidad más o menos amistosa entre los científicos materialistas y los Rosacruces. Si acaso hay cierta severidad en esta actitud, con toda seguridad será por parte de los pocos científicos que están tan fanatizados en su comprensión del conocimiento universal, como lo están algunos estudiantes de las ciencias espirituales.


A través de nuestros contactos con científicos de todas partes del mundo, hemos descubierto que su actitud habitual es de tolerancia. Dicen que aunque el estudio del alma y del espíritu, de la mente y del Cósmico, y las influencias que estos ejercen sobre la materia y los seres vivientes cae fuera del campo de su investigación y estudio, admiten que el campo de este conocimiento y experiencia trascendental es muy importante, interesante, y digno de investigación y estudio.


Al respecto, resulta interesante advertir que mu­chos científicos muy conocidos, que durante el día tratan minuciosamente con las ciencias materiales, son estudiantes de esta organización que en sus horas de descanso se dedican fervientemente a nuestra obra. Esto incluye a personas que están a cargo de laboratorios químicos y físicos de organizaciones industriales, escuelas, universidades y laboratorios de investigación. Muchos de ellos son maestros en las ciencias materiales.


Es digno de anotar también que la crítica que se nos hace basada en la creencia de que somos antagónicos con la ciencia, nunca procede de los científicos que están relacionados en verdad con la investigación científica y quienes son también estu­diantes de nuestras técnicas.


Nuevos descubrimientos


En forma ocasional, un estudiante o un ex-estudiante de las ciencias materiales crítica algunas de nuestras conferencias en las cuales se presenta algún principio, ley o experimento, comentando que es contrario a lo que expone la ciencia material. Así mismo, tal vez llame la atención a algún punto que la ciencia ha rechazado por haber descubierto que es infundado o que ha sido aceptado recientemente por ésta. Con frecuencia se señala el hecho de que alguna ley o principio incluido en las enseñanzas Rosacruces desde hace varios siglos, recién es descubierto y aceptado por los científicos en general.


Debemos recordar que durante años (en realidad, durante varios siglos) los fanáticos intolerantes de la ciencia materialista, pocos en número pero formi­dables en discursos y publicidad, han inculcado en la mente del público la idea de que el hombre sólo puede encontrar las auténticas verdades en las ciencias materiales y en el laboratorio. Cuando alguien emprende el estudio de las ciencias espiri­tuales o metafísicas, ellos se esmeran en señalar a esa persona que está tratando con cosas especulativas, teóricas, con conjeturas y opiniones personales indignas de confianza.


Hasta hace pocos años, ese criticismo era dirigido por el público inculto, el escritor de revistas mal informado y por el prejuicioso comentarista de periódicos. Por ello, pensamos que nuestros estu­diantes, muchos de los cuales se contaban en el pasado entre aquellos a quienes se les habían incul­cado esas ideas, están bien calificados ahora para saber si en las enseñanzas Rosacruces existen conje­turas, y cuántas de sus doctrinas, principios y conceptos enseñados en ellas, la ciencia ha descu­bierto a la larga que son verdades. No pretendemos hablar con un espíritu jactancioso de los principios contenidos en nuestras enseñanzas, sino que más bien deseamos justificar su mérito, un mérito no aceptado todavía por la ciencia material.


Lo que los científicos materialistas rechazan es ahondar en la obra de la organización Rosacruz, estudiar, analizar y desarrollar las leyes de la Natu­raleza reveladas por ella. Si no existieran organi­zaciones que las investigaran y, por último, las rechazaran o establecieran, el mundo moderno con­taría con información mucho menos valiosa.

Tengo en mi escritorio un recorte del periódico New York Herald Tribune, en el cual se anuncia que en la ciudad de Nueva York se puso en venta un manuscrito escrito en clave por Roger Bacon, el antiguo monje y experimentador Rosacruz del Siglo XIII. Este manuscrito está valorado ahora en $ 100,000* dólares, y no siento reparo para decir que existen muy pocos manuscritos modernos es­critos por eminentes trabajadores en el campo científico materialista, que podrían producir esa suma de dinero.

Ese manuscrito de Roger Bacon revela veladamente en clave los descubrimientos que él y otros Rosacruces lograron al experimentar con las leyes natura­les y espirituales. La mayor parte de las cosas que descubrieron y esbozaron no sólo fueron rechazadas por las mentes de los científicos de esa época, sino que ni siquiera se admitió la posibilidad de que fueran ciertas. Aceptarlas hubiera significado tener que descartar muchos de los postulados que entonces eran presentados al público, lo cual hubiera condu­cido a una revolución en el conocimiento científico.


Por lo tanto, el sabio monje hizo exactamente lo que hiciera Leonardo de Vinci y muchos otros eminentes Rosacruces: preservó sus descubrimientos escribién­dolos en clave, para que en el futuro se descubrieran nuevamente y se usaran.


Antes de que el manuscrito de Roger Bacon fuera sacado del lugar donde se encontraba oculto y se tradujera en una lengua incomprensible, la ciencia fue descubriendo la mayoría de los conocimientos delineados en él y algunos de ellos han sido desarro­llados hasta ser de utilidad práctica. Hay cientos de casos registrados donde los Rosacruces y otros científicos han aprendido, a través de revelaciones místicas e investigación personal realizada de con­formidad con lineamientos únicos y eclécticos, hechos, leyes y principios de la Naturaleza que los científicos convirtieron en tabúes, rechazándolos y ridiculizándolos, y que más tarde adoptaran diciendo que se trataba de nuevos descubrimientos.

No hace mucho que los científicos rechazaron y ridiculizaron algunas de las leyes naturales de química y física contenidas en nuestras enseñanzas. En el curso de la existencia de nuestra AMORC actual, esas leyes fueron descartadas por algunos estudiantes científicos que antes habían sido nuestros miembros, diciendo que eran contrarias a lo que la ciencia conocía positivamente. Sin embargo, AMORC ha contemplado cómo la ciencia va cambiando gradualmente, aunque con cierta renuencia, sus propios postulados positivos y ha adoptado los principios contenidos en las enseñanzas Rosacruces. En algunos casos, los científicos han alegado que ellos acaban de descubrir esos principios en sus laboratorios y los han publicado como logros asombrosos de la ciencia moderna.


Los científicos materialistas han realizado descu­brimientos de valor ilimitado para la civilización y han revelado muchas cosas que los Rosacruces jamás soñaron. Un Rosacruz está siempre dispuesto a rendir tributo a su labor y a sus buenas intenciones. Su campo es amplio y productivo; sin embargo, hay todavía una área muy beneficiosa para el hombre, la cual está muy fuera del dominio de las ciencias materialistas. Es en esa área (que, desde el punto de vista metafisico o espiritual es más importante) en la que los Rosacruces laboramos y encontramos nuestra felicidad.

En algunas ocasiones nuestras labores nos acercan y hasta nos permiten cruzar el límite intangible e invisible que separa nuestro campo del de la ciencia.


Entonces no vacilamos en ingresar, junto con el científico, en aquel campo, en usar sus métodos, concordar con él en sus procesos y rendir homenaje a los poderes que sustentan a las manifestaciones propias de su actividad. Además, sabemos que los principios físicos están tan relacionados con los principios metafisicos que, sin el conocimiento de ambos, ningún conocimiento podría conservarse y ninguna comprensión del universo podría ser perfecta.


El máximo resultado de todo conocimiento, de toda investigación y de toda labor que se realice en beneficio del hombre en cualquier campo, es para el beneficio del género humano y para la gloria de Dios.



*Este artículo fue escrito en 1930.




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K.R.C.

sexta-feira, 7 de março de 2008

HUMILDADE

Imagem: Flemalle - Madona da Humildade

Por: Josef Pieper


A Humildade [1] Josef Pieper Um dos bens em que o homem, segundo a natureza, procura a plena realização da sua existência, é a excellentia, a superioridade, a primazia, o fazer-se valer [2] . A virtude da temperança, da disciplina e da medida, enquanto vincula esse impulso natural à ordenação da razão, chama-se humildade. A humildade consiste em avaliar-se da maneira que corresponde à realidade [3] .


Com isso está quase tudo dito.Partindo dessa definição, dificilmente se compreende como é que o conceito de humildade pôde transformar-se num objecto de luta. Se prescindíssemos das potências demoníacas, dirigidas contra o bem, e especialmente contra este aspecto da fisionomia cristã do homem, só seria possível essa transformação se o conceito de humildade se tivesse extinguido na própria consciência cristã.


Em todo o tratado de São Tomás sobre a humildade e o orgulho, não se encontra uma só frase que possa dar azo a sugerir que uma atitude de constante autodiminuição, de inferiorização do próprio ser ou das próprias possibilidades, tenha, em princípio, alguma coisa a ver com a humildade ou com qualquer outra virtude cristã.MagnanimidadeNada há que indique um caminho mais claro para a verdadeira compreensão da humildade que este princípio: a humildade e a magnanimidade (magnanimitas) não são antitéticas, não se excluem uma à outra [4] , mas são pelo contrário afins e complementares, contrapondo-se ambas ao mesmo tempo ao orgulho e à pusilanimidade [5] .


E na verdade, que significa magnanimidade? Magnanimidade é o vôo, a tendência do espírito para os grandes feitos [6] . É magnânimo quem exige grandes coisas do seu coração e se torna digno delas. O magnânimo é em certo sentido "difícil de contentar"; não estabelece contacto com tudo o que lhe surge no caminho, mas apenas com o que é grande [7] . Mais que tudo, a magnanimidade deseja as grandes honras; "o magnânimo lança-se para as acções que são dignas da maior honra" [8] . Na Summa Theologica lê-se: "É reprovável desprezar as honras, de modo a descurar aquilo que as merece" [9] .


Por outro lado, o magnânimo não se sente atingido pela desonra; ele despreza-a como não sendo digna da sua atenção [10] . O magnânimo olha com desprezo para tudo o que é mesquinho. Nunca actuará de modo reprovável, só para evitar o desagrado de alguns [11] . As palavras do Salmo XIV: "Aos seus olhos, o perverso nada vale" [12] , segundo São Tomás referem-se ao magnânimo "desprezo pelos homens" do justo. Sinceridade destemida é a marca da magnanimidade: nada há que mais odeie do que ocultar, por medo, a verdade [13] . O magnânimo evita peremptòriamente as palavras aduladoras e as dissimulações, pois ambas são fruto de um coração mesquinho [14] .


O magnânimo não se queixa, porque o seu coração não se deixa vencer por qualquer mal externo [15] . O magnânimo traz consigo a indestrutível firmeza da sua esperança, uma confiança desmedida, quase temerária [16] , e no seu coração sem medo reina uma paz imperecedoira [17] . O magnânimo não cede ao aperto das preocupações, nem aos homens, nem aos acontecimentos: só perante Deus se inclina [18] .


É com pasmo que reconhecemos que esta imagem da magnanimidade se encontra passo a passo desenhada na Summa Theologica de São Tomás de Aquino. Tornava-se necessário recordar isto. Porque no tratado sobre a humildade diz-se diversas vezes: a humildade não contradiz a magnanimidade. Agora poder-se-á medir o que esta frase, expressa como aviso e prevenção contra fáceis erros, quer na verdade dizer. Nada mais do que isto: que uma "humildade" demasiado mesquinha e débil para saber suportar a tensão interior da sua convivência com a magnanimidade, não pode ser humildade autêntica.SoberbaA mentalidade ordinária das pessoas inclina-se a descobrir no magnânimo um soberbo, e, portanto, do mesmo modo, a enganar-se acerca da verdadeira essência da humildade. "É um soberbo", proclama-se depressa e facilmente. Mas muito poucas vezes essa locução coincide, na realidade, com a verdadeira soberba (superbia).


Antes de mais nada, a soberba não é um modo de comportamento ordinário nas relações entre as pessoas. A soberba refere-se às relações do homem com Deus: é a negação, contrária à realidade, da relação de dependência da criatura para com o Criador: é um desconhecimento da criaturalidade do homem, da sua condição de criatura. Em todos os pecados há este duplo aspecto: a aversio, aversão a Deus, e a conversio, a conversão, o apegamento aos bens efêmeros. O elemento formal determinante é o primeiro: a aversão a Deus. E esse, em nenhum outro pecado é tão explícito e formal como na soberba. "Todos os outros pecados fogem de Deus, e só a soberba se opõe a Deus" [19] .


É só dos soberbos que a Sagrada Escritura diz que Deus lhes resiste (Tiago 4, 6).Humildade como comportamento socialA humildade também não é, em primeiro lugar, uma atitude externa nas relações da convivência humana. A humildade é, sobretudo, uma atitude do homem perante a Deus. Aquilo que a soberba nega e destrói, a humildade reafirma e consolida: a condição de criatura do homem. Esta condição constitui a essência mais profunda do homem. Portanto, a humildade, como "sujeição do homem a Deus" [20] , é a adesão, o sim de assentimento a esta condição originária e essencial.Em segundo lugar, a humildade não consiste num comportamento exterior, mas numa atitude interior, nascida da decisão da vontade [21] .


Consiste naquela atitude que, fixa em Deus e consciente da sua condição de criatura, reconhece a realidade graças à vontade divina. É principalmente a simples aceitação disto: que o homem e a humanidade não são Deus, nem "como Deus". E é aqui que aflora a ligação escondida que une a humildade, virtude cristã, com o Dom - talvez também cristão - do humor [22] . Será possível evitar dizer agora - em terceiro lugar -, por fim e francamente, que a humildade, para além de tudo quanto já se disse, também é uma atitude do homem para com o homem, e principalmente atitude de humilhação voluntária e recíproca?


Vejamos. São Tomás de Aquino levantou a questão da atitude de humildade dos homens para com os homens, e respondeu da seguinte maneira: "Observa-se nos homens uma dupla realidade: aquilo que é de Deus, e aquilo que é do homem... A humildade, no entanto, no sentido mais próprio, é a reverência do homem submetido a Deus. É por isso que o homem, olhando para aquilo que lhe é próprio, tem que submeter-se ao seu próximo, olhando para aquilo que esse tem de Deus em si. Mas a humildade não exige que alguém submeta aquilo que nele há de Deus, àquilo que parece haver de Deus no próximo... Do mesmo modo, a humildade não exige que alguém submeta aquilo que tem em si de próprio, ao que nos outros é próprio dos homens" [23] .


No âmbito vasto, de muitos degraus, embora bastante bem delimitado, desta resposta, há espaço tanto para o "desprezo pelo homem" do magnânimo, como também para a humilhação voluntária de São Francisco de Assis, que largou o hábito para se apresentar ao povo com um baraço em volta do pescoço [24] . Aqui também se demonstra que a ética cristã não dá grande valor a medidas e regras estreitas e carriladas.


Esta opinião, mais, esta opinião negativa, é expressa por Santo Agostinho sobre outra questão também ligada com a presente, na seguinte frase: "Quando alguém diz que não se deve receber diariamente a Comunhão e outrem diz o contrário, então cada um faça aquilo que julgar mais conforme à sua fé e devoção. Também não se contradisseram Zaqueu e o centurião, ainda que um tenha recebido o Senhor com alegria (Lucas 19, 6), e o outro tenha dito: 'Não sou digno de que entreis na minha casa' (Lucas 7, 6). Ambos honraram o Salvador, cada qual a seu modo" [25] .
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