La música produce armonía en todas las partes del cuerpo.
Los antiguos sabían mucho acerca de los efectos de la música en el organismo humano. Hace varios siglos se creía que los antiguos pensaban que el efecto de la música era mental, o por decirlo así, emocional; pero muchos descubrimientos científicos recientes han revelado que los antiguos comprendían verdaderamente los efectos psíquicos o espirituales de la música, lo mismo que los emocionales, y esta es la causa de que la música se hubiera empleado en los rituales religiosos y espirituales de casi todos los cultos de la antigüedad.
El análisis de los efectos psicológicos de la música condujo al estudio de los efectos fisiológicos, y aquí se encontró todo un mundo nuevo de posibilidades. Quedó claramente comprobado a satisfacción de todos los investigadores, que los místicos de antaño emplearon el sonido, especialmente en su relación con el ritmo, para influir no solamente en las emociones humanas, sino también en la salud de los humanos y en la armonía general del cuerpo.
Quizás es conveniente que digamos aquí, de paso, que la música tal como la entendemos hoy, es una combinación de sonido y ritmo, o mejor dicho, sonido regulado por el ritmo. Por sonido entendemos los diversos sonidos que el oído humano puede escuchar o interpretar normalmente. Hay muchos sonidos en el Universo que el oído humano no puede oír, y muchos que el oído corriente no escucha, pero que si los puede percibir el oído desarrollado.
Los sonidos pueden ser producidos por la naturaleza o por el hombre, accidental o deliberadamente. Cada sonido tiene un lugar definido en el teclado de los sonidos, y podemos decir teóricamente que el teclado de todos los sonidos del Universo sería semejante al teclado de un piano que comprendiera centenares de octavas. Muchas de estas octavas producirían sonidos que el oído no escucharía, porque su entonación sería demasiado alta o demasiado baja.
Si tomamos los sonidos que pueden escucharse normalmente, veremos que cabrían en un teclado que no es mucho más grande que el teclado corriente de un piano. El chirrido de la rueda de una máquina, el soplo del viento, el silbido de las corrientes de aire en una casa o a través de un árbol, el redoble de la lluvia sobre un techo, el rodar de una carga de carbón sobre una canal metálica, el repicar de los cascos de los caballos sobre la tierra, el gorjeo de los pájaros, la caída de las aguas desde las rocas hasta un pozo, las palabras de la voz humana, el golpe de tambor de una ceremonia primitiva, y todo otro sonido que el humano oído puede percibir, están relacionados con alguna de las notas del teclado universal.
Los músicos aprendieron esto hace muchísimos años y en todas las obras maestras de la música tenemos una iniciación verdadera al mundo de los sonidos de la naturaleza, o una semejanza simbólica de ellos, de modo que la representación de su idea surge en nuestra conciencia, aún cuando no se haya intentado una imitación exacta del sonido.
No necesitamos entrar a discutir el tema de la relación muy definida que existe entre las emociones humanas y la salud del cuerpo humano. La verdad es que el lado psíquico o psicológico del hombre está tan íntimamente relacionado con el funcionamiento normal de todos los órganos del cuerpo y con la actividad normal del sistema nervioso espinal y del sistema nervioso simpático, que todo lo que perturbe la armonía o el equilibrio de la energía nerviosa y de las actividades emocionales del cuerpo, perturbará también, con toda seguridad, la armonía de la salud y producirá una enfermedad o un malestar.
El sistema nervioso central y el sistema nervioso simpático son los dos canales separados de expresión de la energía vital del cuerpo humano, y sirven para la distribución de esa energía en todas las partes del cuerpo. Todo lo que perturbe el flujo y la actividad normales de la energía nerviosa producirá también no solamente un efecto nervioso sino un efecto físico y químico en el cuerpo humano.
Tenemos en varias partes de nuestro cuerpo, no solamente los muchos centros nerviosos conocidos con el nombre de ganglios, sino también varios centros mayores llamados a veces centros psíquicos del cuerpo humano, o sea subcentros emocionales. El plexo solar no es más que uno de esos doce centros que controlan las reacciones emocionales que a su vez producen ciertos efectos definidos en los nervios y en el funcionamiento físico del cuerpo humano, para bien o para mal.
La música y los centros psíquicos
Los doce grandes centros psíquicos tienen especial afinidad con los doce sonidos de la escala musical. En cada ser humano estas notas musicales son diferentes. Dicho de otra manera, el plexo solar pudiera estar en afinidad con la nota do en una persona, y con la nota mi en otra persona. Otro de los centros psíquicos situado en el lado izquierdo de la cabeza, puede estar afinado con la nota musical fa en una persona y con el fa sostenido en otra.
A medida que las personas avanzan en años, o tienen mejor salud, o se van desarrollando en un sentido intelectual o psíquico, la entonación de aquellas notas a las cuales responden los centros psíquicos, puede elevarse, y en las personas cuya fortaleza física va decayendo, debido a la enfermedad o a la violación de las leyes naturales, aquella entonación puede descender mucho.
La simpatía, afinidad, o afinación existente entre estos centros psíquicos y las notas musicales es tal, que cuando la nota apropiada se ejecuta en un piano, violín, o cualquier otro instrumento, o la canta una voz humana, el centro psíquico responde a esa nota, vibrando en armonía con ella o en disonancia con ella.
Por ejemplo, si el plexo solar de una persona está afinado con la nota musical mi natural, de la primera octava por encima del do central, entonces cada vez que esa nota se toca o se canta en presencia de aquella persona, habrá un suave estímulo de las vibraciones de la energía nerviosa que actúa en ese plexo solar, y este estímulo hará que el centro y sus nervios respectivos funcionen más libremente, más perfectamente, y con un efecto tonificante sobre todas aquellas partes del cuerpo que están relacionadas con dicho centro.
Por otra parte, toda nota que sea disonante con la nota mi o que no esté en armonía con ella, especialmente la nota que diste una quinta musical de ella, hará que el plexo solar se perturbe debido a esas vibraciones del sonido, y esto producirá que la energía nerviosa relacionada con ese centro, se perturbe en su funcionamiento armonioso o rítmico, y entonces se sentirá una impresión de enfermedad, de depresión, de ligero dolor o de tensión nerviosa, y este estado puede dejar una impresión en ciertas partes del cuerpo que dure varias horas o varios días.
Como antes se dijo, toda la música consiste de sonidos regulados por las leyes del ritmo. Si golpeamos con el dedo un tambor, en golpe regular, como el tic tac de un reloj, no produciremos una forma de música a no ser que lo tomemos en un sentido muy fundamental, pero desde el momento en que interrumpimos el golpe, produciendo una pausa, y luego damos dos y luego uno y luego dos, ya tendremos entonces unos elementos rítmicos, y el ruido del tambor comenzará a imitar el empleo primitivo del tambor en la música oriental; si agregamos otras variedades del ritmo, produciremos otros efectos que son esenciales en toda clase de música.
Desde que comenzamos a variar la entonación del sonido y a pasar de una nota a otra, ya nos vemos frente a frente con la segunda ley de la música, que trata de la melodía. Así, variando la entonación del sonido, o su duración, tenemos sonido, más melodía, más ritmo, y toda música está compuesta por estos tres elementos.
Al variar la entonación de los sonidos, hacemos que los sonidos afecten diferentes centros nerviosos. Si sólo emitimos continuamente un mismo sonido, sólo afectaremos uno de los centros nerviosos. Cambiando la entonación de un sonido a otro, incluiremos muchos o todos los centros nerviosos. Al cambiar el ritmo, también producimos una variación en los efectos, porque produciremos o bien un efecto armonioso sobre el ritmo natural de la energía nerviosa, o un ritmo perturbador.
La energía nerviosa
Debe recordarse que la energía nerviosa del cuerpo humano no es una corriente continua, sino una corriente intermitente con pulsaciones. La energía eléctrica de los cables que están en nuestra casa, la cual nos suministra la corriente alterna, fluye con un ritmo de sesenta pulsaciones por minuto, ordinariamente, produciendo lo que técnicamente se llama una corriente de sesenta ciclos. debido a esto, los relojes eléctricos de hoy miden el tiempo muy bien, porque las sesenta pulsaciones por minuto, mueven las manecillas a razón de sesenta segundos por minuto.
Si en nuestros cables eléctricos fluyera otra energía, en la proporción de setenta y dos pulsaciones por segundo, se alteraría el ritmo de las pulsaciones anteriores, y esto haría que los relojes eléctricos no funcionaran bien, y perturbaría el efecto de la luz y de cualquiera otra instalación eléctrica relacionada con esos cables. En el cuerpo humano, la energía nerviosa tiene diferente número de pulsaciones, para poder actuar en diferentes partes del cuerpo y lograr que los diferentes órganos funcionen, respondan y lleven a cabo su labor.
Cualquier perturbación en el funcionamiento físico de alguna parte del cuerpo, lo que dará por resultado una enfermedad pasajera o el comienzo de una enfermedad. Todo lo que estimule la energía nerviosa en sus pulsaciones producirá mayor caudal de vitalidad y energía en alguna parte del cuerpo, para bien de la salud o para daño de ella, según el sitio y la manera como se produzca ese efecto.
Una nota que esté en armonía con el centro nervioso, fortalece la energía nerviosa, la estimula, la aumenta y logra que el centro nervioso funcione de manera más completa y beneficiosa.
Todo lo que produzca en el centro nervioso la sensación de un choque disonante o un impulso de vibraciones disonantes, producirá dolores o malestares y ocasionará la ruptura de células sanguíneas o de células de los tejidos o de otra clase, y cuando esas células se
debiliten y destruyan, se habrá establecido el principio de alguna enfermedad.
Así, se comprenderá que la música puede tener un efecto muy serio o muy beneficioso en nuestro sistema nervioso, y por lo tanto, en nuestra salud.
Se sabe bien que el célebre Caruso tenía la habilidad de entonar ciertas notas musicales que podían producir la ruptura de algún objeto de cristal que estuviera en el cuarto. Esto se debe a que toda cosa que existe tiene una relación armoniosa con alguna nota musical, y si se produce una nota discordante, las vibraciones perturbadoras del ritmo o la pulsación disonante trastornarán todas las vibraciones del objeto y lo harán temblar o lo romperán.
Muchos músicos han producido en el violín, o en el violoncello, o en la flauta, o en el clarinete, notas musicales que han hecho que objetos que estén en el cuarto produzcan su propia nota, por simpatía, o que emitan otra nota diferente, como una especie de protesta contra las vibraciones disonantes. El órgano de tubos, especialmente, produce algunas notas muy profundas que pueden perturbar muchísimo las cosas materiales y la salud del cuerpo, y pueden también producir otras notas que son sumamente armoniosas.
Melodías beneficiosas
Los grandes compositores del pasado, los grandes maestros de la música. compusieron muchas piezas con el objeto de reunir tantas notas musicales como fuera posible, que afectaran ciertos centros del cuerpo y produjeran efectos suavizantes o estimulantes.
Souza, el conocido autor de marchas, tenía el secreto de escribir música militar de manera que el ritmo usual de la música de marchas quedara aumentado en sus efectos por el empleo de ciertas notas en ciertos pasajes, que despertarían la energía nerviosa y producirían un efecto tónico, logrando que el auditorio se sintiera fortalecido y estimulado, y hasta fortalecido en exceso, lo que impelía a marchar y a proseguir en la tarea fatigosa de avanzar.
Otras composiciones avivan los centros relacionados con las emociones y producen efectos emocionales alegres o tristes, que nos llevan a la introspección, la visualización, y otros estados mentales.
Ya he dicho que ciertas notas musicales nos afectan de manera beneficiosa. Es difícil saber cuales sean esas notas, a no ser que observemos que ciertas obras musicales, ejecutadas en cierto momento, nos hacen sentir más fuertes, más felices, más armoniosos y vitalizados, en tanto que otras producen efectos depresivos.
También se ha observado que si una persona canta notas que son beneficiosas, el efecto es mayor aún que si las ejecuta o las canta otra persona. De manera inconsciente, muchas personas se sienten atraídas hacia ciertas canciones, y las cantan o murmuran muchas veces al día; ordinariamente se cree que esto se debe a que dichas personas gustan de esa melodía. o tal vez gustan de las palabras.
La verdad es que, inconscientemente, se han dado cuenta de que la música es beneficiosa o tranquilizadora para su sistema nervioso, quizás para todo el organismo, y por esto es que las cantan continuamente. Hay canciones que casi se convierten en el tema principal de la vida de alguien. De vez en cuando, alguna canción nueva suplantará a las anteriores, pero un análisis cuidadoso mostrará que la nueva tiene giros o grupos de notas semejantes a los de la anterior.
No existe duda alguna acerca de los efectos beneficiosos de escuchar buena música en la casa. Naturalmente, las composiciones que han sido cuidadosamente escritas, inspiradas en la mente de los grandes maestros, y debidamente desarrolladas luego, son las más beneficiosas. en tanto que mucha de la música popular, especialmente de aquella llamada jazz. tiene poco o ningún efecto en nosotros, excepto en sentido perjudicial. Si uno mismo no puede ejecutar debidamente y expresar la música apropiada para los estados internos de uno, lo mejor es adquirir discos que contengan esa buena música, para que nos estimule y ayude, y escucharla también por el radio, cuando la hubiere, eliminando toda música indeseable.
Una persona que tenga una colección de ocho o diez discos beneficiosos en su casa, y que los escuche una o dos veces por semana, o que oiga piezas semejantes en el radio, es seguro que tendrá una salud mejor que la persona que nunca permite que el efecto de la música produzca la armonía de su ser. Todo el Cósmico funciona en armonía y con vibraciones que armonizan con todos los departamentos de la vida, y si hallamos el tema o la canción que contenga el debido grupo de notas que cuadra a nuestra individualidad. y sí las ejecutamos de vez en cuando, nos pondremos en armonía con las armonías del Cósmico y conservaremos nuestro bienestar físico equilibrado y entonado con las fuerzas curativas y creadoras de la naturaleza.
Nadie podrá decir a ustedes cua1es piezas musicales son las que les cuadran mejor, excepto después de semanas y meses de estudio, pero usted mismo puede descubrirlas tocando aquellas piezas que siempre le han atraído más, y analizando los efectos que verdaderamente producen, porque muchas veces durante estos análisis y meditaciones, observamos que alguna pieza musical debidamente elegida estimulara y avivará los nervios, y todo el cuerpo se sentirá tranquilizado y fortalecido, al mismo tiempo que se experimentará una sensación de elevación emocional o espiritual y de contento por la vida.
Cuando se encuentren semejantes piezas, deben apreciarse en alto grado, pues contienen las nota fundamentales de nuestra propia vida, mientras que aquellas piezas que parecen producir un efecto opuesto deben ser cuidadosamente descartadas y eliminadas.
El análisis de los efectos psicológicos de la música condujo al estudio de los efectos fisiológicos, y aquí se encontró todo un mundo nuevo de posibilidades. Quedó claramente comprobado a satisfacción de todos los investigadores, que los místicos de antaño emplearon el sonido, especialmente en su relación con el ritmo, para influir no solamente en las emociones humanas, sino también en la salud de los humanos y en la armonía general del cuerpo.
Quizás es conveniente que digamos aquí, de paso, que la música tal como la entendemos hoy, es una combinación de sonido y ritmo, o mejor dicho, sonido regulado por el ritmo. Por sonido entendemos los diversos sonidos que el oído humano puede escuchar o interpretar normalmente. Hay muchos sonidos en el Universo que el oído humano no puede oír, y muchos que el oído corriente no escucha, pero que si los puede percibir el oído desarrollado.
Los sonidos pueden ser producidos por la naturaleza o por el hombre, accidental o deliberadamente. Cada sonido tiene un lugar definido en el teclado de los sonidos, y podemos decir teóricamente que el teclado de todos los sonidos del Universo sería semejante al teclado de un piano que comprendiera centenares de octavas. Muchas de estas octavas producirían sonidos que el oído no escucharía, porque su entonación sería demasiado alta o demasiado baja.
Si tomamos los sonidos que pueden escucharse normalmente, veremos que cabrían en un teclado que no es mucho más grande que el teclado corriente de un piano. El chirrido de la rueda de una máquina, el soplo del viento, el silbido de las corrientes de aire en una casa o a través de un árbol, el redoble de la lluvia sobre un techo, el rodar de una carga de carbón sobre una canal metálica, el repicar de los cascos de los caballos sobre la tierra, el gorjeo de los pájaros, la caída de las aguas desde las rocas hasta un pozo, las palabras de la voz humana, el golpe de tambor de una ceremonia primitiva, y todo otro sonido que el humano oído puede percibir, están relacionados con alguna de las notas del teclado universal.
Los músicos aprendieron esto hace muchísimos años y en todas las obras maestras de la música tenemos una iniciación verdadera al mundo de los sonidos de la naturaleza, o una semejanza simbólica de ellos, de modo que la representación de su idea surge en nuestra conciencia, aún cuando no se haya intentado una imitación exacta del sonido.
No necesitamos entrar a discutir el tema de la relación muy definida que existe entre las emociones humanas y la salud del cuerpo humano. La verdad es que el lado psíquico o psicológico del hombre está tan íntimamente relacionado con el funcionamiento normal de todos los órganos del cuerpo y con la actividad normal del sistema nervioso espinal y del sistema nervioso simpático, que todo lo que perturbe la armonía o el equilibrio de la energía nerviosa y de las actividades emocionales del cuerpo, perturbará también, con toda seguridad, la armonía de la salud y producirá una enfermedad o un malestar.
El sistema nervioso central y el sistema nervioso simpático son los dos canales separados de expresión de la energía vital del cuerpo humano, y sirven para la distribución de esa energía en todas las partes del cuerpo. Todo lo que perturbe el flujo y la actividad normales de la energía nerviosa producirá también no solamente un efecto nervioso sino un efecto físico y químico en el cuerpo humano.
Tenemos en varias partes de nuestro cuerpo, no solamente los muchos centros nerviosos conocidos con el nombre de ganglios, sino también varios centros mayores llamados a veces centros psíquicos del cuerpo humano, o sea subcentros emocionales. El plexo solar no es más que uno de esos doce centros que controlan las reacciones emocionales que a su vez producen ciertos efectos definidos en los nervios y en el funcionamiento físico del cuerpo humano, para bien o para mal.
La música y los centros psíquicos
Los doce grandes centros psíquicos tienen especial afinidad con los doce sonidos de la escala musical. En cada ser humano estas notas musicales son diferentes. Dicho de otra manera, el plexo solar pudiera estar en afinidad con la nota do en una persona, y con la nota mi en otra persona. Otro de los centros psíquicos situado en el lado izquierdo de la cabeza, puede estar afinado con la nota musical fa en una persona y con el fa sostenido en otra.
A medida que las personas avanzan en años, o tienen mejor salud, o se van desarrollando en un sentido intelectual o psíquico, la entonación de aquellas notas a las cuales responden los centros psíquicos, puede elevarse, y en las personas cuya fortaleza física va decayendo, debido a la enfermedad o a la violación de las leyes naturales, aquella entonación puede descender mucho.
La simpatía, afinidad, o afinación existente entre estos centros psíquicos y las notas musicales es tal, que cuando la nota apropiada se ejecuta en un piano, violín, o cualquier otro instrumento, o la canta una voz humana, el centro psíquico responde a esa nota, vibrando en armonía con ella o en disonancia con ella.
Por ejemplo, si el plexo solar de una persona está afinado con la nota musical mi natural, de la primera octava por encima del do central, entonces cada vez que esa nota se toca o se canta en presencia de aquella persona, habrá un suave estímulo de las vibraciones de la energía nerviosa que actúa en ese plexo solar, y este estímulo hará que el centro y sus nervios respectivos funcionen más libremente, más perfectamente, y con un efecto tonificante sobre todas aquellas partes del cuerpo que están relacionadas con dicho centro.
Por otra parte, toda nota que sea disonante con la nota mi o que no esté en armonía con ella, especialmente la nota que diste una quinta musical de ella, hará que el plexo solar se perturbe debido a esas vibraciones del sonido, y esto producirá que la energía nerviosa relacionada con ese centro, se perturbe en su funcionamiento armonioso o rítmico, y entonces se sentirá una impresión de enfermedad, de depresión, de ligero dolor o de tensión nerviosa, y este estado puede dejar una impresión en ciertas partes del cuerpo que dure varias horas o varios días.
Como antes se dijo, toda la música consiste de sonidos regulados por las leyes del ritmo. Si golpeamos con el dedo un tambor, en golpe regular, como el tic tac de un reloj, no produciremos una forma de música a no ser que lo tomemos en un sentido muy fundamental, pero desde el momento en que interrumpimos el golpe, produciendo una pausa, y luego damos dos y luego uno y luego dos, ya tendremos entonces unos elementos rítmicos, y el ruido del tambor comenzará a imitar el empleo primitivo del tambor en la música oriental; si agregamos otras variedades del ritmo, produciremos otros efectos que son esenciales en toda clase de música.
Desde que comenzamos a variar la entonación del sonido y a pasar de una nota a otra, ya nos vemos frente a frente con la segunda ley de la música, que trata de la melodía. Así, variando la entonación del sonido, o su duración, tenemos sonido, más melodía, más ritmo, y toda música está compuesta por estos tres elementos.
Al variar la entonación de los sonidos, hacemos que los sonidos afecten diferentes centros nerviosos. Si sólo emitimos continuamente un mismo sonido, sólo afectaremos uno de los centros nerviosos. Cambiando la entonación de un sonido a otro, incluiremos muchos o todos los centros nerviosos. Al cambiar el ritmo, también producimos una variación en los efectos, porque produciremos o bien un efecto armonioso sobre el ritmo natural de la energía nerviosa, o un ritmo perturbador.
La energía nerviosa
Debe recordarse que la energía nerviosa del cuerpo humano no es una corriente continua, sino una corriente intermitente con pulsaciones. La energía eléctrica de los cables que están en nuestra casa, la cual nos suministra la corriente alterna, fluye con un ritmo de sesenta pulsaciones por minuto, ordinariamente, produciendo lo que técnicamente se llama una corriente de sesenta ciclos. debido a esto, los relojes eléctricos de hoy miden el tiempo muy bien, porque las sesenta pulsaciones por minuto, mueven las manecillas a razón de sesenta segundos por minuto.
Si en nuestros cables eléctricos fluyera otra energía, en la proporción de setenta y dos pulsaciones por segundo, se alteraría el ritmo de las pulsaciones anteriores, y esto haría que los relojes eléctricos no funcionaran bien, y perturbaría el efecto de la luz y de cualquiera otra instalación eléctrica relacionada con esos cables. En el cuerpo humano, la energía nerviosa tiene diferente número de pulsaciones, para poder actuar en diferentes partes del cuerpo y lograr que los diferentes órganos funcionen, respondan y lleven a cabo su labor.
Cualquier perturbación en el funcionamiento físico de alguna parte del cuerpo, lo que dará por resultado una enfermedad pasajera o el comienzo de una enfermedad. Todo lo que estimule la energía nerviosa en sus pulsaciones producirá mayor caudal de vitalidad y energía en alguna parte del cuerpo, para bien de la salud o para daño de ella, según el sitio y la manera como se produzca ese efecto.
Una nota que esté en armonía con el centro nervioso, fortalece la energía nerviosa, la estimula, la aumenta y logra que el centro nervioso funcione de manera más completa y beneficiosa.
Todo lo que produzca en el centro nervioso la sensación de un choque disonante o un impulso de vibraciones disonantes, producirá dolores o malestares y ocasionará la ruptura de células sanguíneas o de células de los tejidos o de otra clase, y cuando esas células se
debiliten y destruyan, se habrá establecido el principio de alguna enfermedad.
Así, se comprenderá que la música puede tener un efecto muy serio o muy beneficioso en nuestro sistema nervioso, y por lo tanto, en nuestra salud.
Se sabe bien que el célebre Caruso tenía la habilidad de entonar ciertas notas musicales que podían producir la ruptura de algún objeto de cristal que estuviera en el cuarto. Esto se debe a que toda cosa que existe tiene una relación armoniosa con alguna nota musical, y si se produce una nota discordante, las vibraciones perturbadoras del ritmo o la pulsación disonante trastornarán todas las vibraciones del objeto y lo harán temblar o lo romperán.
Muchos músicos han producido en el violín, o en el violoncello, o en la flauta, o en el clarinete, notas musicales que han hecho que objetos que estén en el cuarto produzcan su propia nota, por simpatía, o que emitan otra nota diferente, como una especie de protesta contra las vibraciones disonantes. El órgano de tubos, especialmente, produce algunas notas muy profundas que pueden perturbar muchísimo las cosas materiales y la salud del cuerpo, y pueden también producir otras notas que son sumamente armoniosas.
Melodías beneficiosas
Los grandes compositores del pasado, los grandes maestros de la música. compusieron muchas piezas con el objeto de reunir tantas notas musicales como fuera posible, que afectaran ciertos centros del cuerpo y produjeran efectos suavizantes o estimulantes.
Souza, el conocido autor de marchas, tenía el secreto de escribir música militar de manera que el ritmo usual de la música de marchas quedara aumentado en sus efectos por el empleo de ciertas notas en ciertos pasajes, que despertarían la energía nerviosa y producirían un efecto tónico, logrando que el auditorio se sintiera fortalecido y estimulado, y hasta fortalecido en exceso, lo que impelía a marchar y a proseguir en la tarea fatigosa de avanzar.
Otras composiciones avivan los centros relacionados con las emociones y producen efectos emocionales alegres o tristes, que nos llevan a la introspección, la visualización, y otros estados mentales.
Ya he dicho que ciertas notas musicales nos afectan de manera beneficiosa. Es difícil saber cuales sean esas notas, a no ser que observemos que ciertas obras musicales, ejecutadas en cierto momento, nos hacen sentir más fuertes, más felices, más armoniosos y vitalizados, en tanto que otras producen efectos depresivos.
También se ha observado que si una persona canta notas que son beneficiosas, el efecto es mayor aún que si las ejecuta o las canta otra persona. De manera inconsciente, muchas personas se sienten atraídas hacia ciertas canciones, y las cantan o murmuran muchas veces al día; ordinariamente se cree que esto se debe a que dichas personas gustan de esa melodía. o tal vez gustan de las palabras.
La verdad es que, inconscientemente, se han dado cuenta de que la música es beneficiosa o tranquilizadora para su sistema nervioso, quizás para todo el organismo, y por esto es que las cantan continuamente. Hay canciones que casi se convierten en el tema principal de la vida de alguien. De vez en cuando, alguna canción nueva suplantará a las anteriores, pero un análisis cuidadoso mostrará que la nueva tiene giros o grupos de notas semejantes a los de la anterior.
No existe duda alguna acerca de los efectos beneficiosos de escuchar buena música en la casa. Naturalmente, las composiciones que han sido cuidadosamente escritas, inspiradas en la mente de los grandes maestros, y debidamente desarrolladas luego, son las más beneficiosas. en tanto que mucha de la música popular, especialmente de aquella llamada jazz. tiene poco o ningún efecto en nosotros, excepto en sentido perjudicial. Si uno mismo no puede ejecutar debidamente y expresar la música apropiada para los estados internos de uno, lo mejor es adquirir discos que contengan esa buena música, para que nos estimule y ayude, y escucharla también por el radio, cuando la hubiere, eliminando toda música indeseable.
Una persona que tenga una colección de ocho o diez discos beneficiosos en su casa, y que los escuche una o dos veces por semana, o que oiga piezas semejantes en el radio, es seguro que tendrá una salud mejor que la persona que nunca permite que el efecto de la música produzca la armonía de su ser. Todo el Cósmico funciona en armonía y con vibraciones que armonizan con todos los departamentos de la vida, y si hallamos el tema o la canción que contenga el debido grupo de notas que cuadra a nuestra individualidad. y sí las ejecutamos de vez en cuando, nos pondremos en armonía con las armonías del Cósmico y conservaremos nuestro bienestar físico equilibrado y entonado con las fuerzas curativas y creadoras de la naturaleza.
Nadie podrá decir a ustedes cua1es piezas musicales son las que les cuadran mejor, excepto después de semanas y meses de estudio, pero usted mismo puede descubrirlas tocando aquellas piezas que siempre le han atraído más, y analizando los efectos que verdaderamente producen, porque muchas veces durante estos análisis y meditaciones, observamos que alguna pieza musical debidamente elegida estimulara y avivará los nervios, y todo el cuerpo se sentirá tranquilizado y fortalecido, al mismo tiempo que se experimentará una sensación de elevación emocional o espiritual y de contento por la vida.
Cuando se encuentren semejantes piezas, deben apreciarse en alto grado, pues contienen las nota fundamentales de nuestra propia vida, mientras que aquellas piezas que parecen producir un efecto opuesto deben ser cuidadosamente descartadas y eliminadas.
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